
Magdalena jugaba tranquila en el parque frente a su casa. Jugaba alegremente; giraba en la rueda, saltaba la cuerda, o a veces sólo se recostaba sobre el césped a ver formas en las nubes.
No había muchos niños en el barrio, la escuela de Magda se encontraba en otro barrio y la mayoría de sus amigos vivían cerca de la escuela, así que Magda jugaba sola en el parque.
Una tarde que la niña observaba las nubes, un apuesto joven vestido de marinero se quedó mirándola. Ella comenzó a sentirse observada y se percató de la presencia del muchacho.
- Hola - Lo saludó incorporándose
- Hola
- ¿Hace cuanto que estás ahí parado?
- Un rato. ¿Cómo te llamas? - Le preguntó el joven
- Magdalena, ¿Y tú?
- Ander. ¿Y cuántos años tienes, pequeña? - Preguntó sonriendo
- Tengo 8 - Dijo con tono de orgullo la niña - ¿Y tú?
- Pues yo tengo 10 más - Dijo - Tengo 18
- ¿Y por qué llevas ese traje?
- Es que trabajo en una confitería y este es mi traje de trabajo, ¿A que es mono?
- Monísimo. - La niña estaba maravillada con aquel joven.
- Bueno guapa, me tengo que ir a trabajar. Mira, la tienda que ves en frente - Dijo mientras señalaba con el dedo - es mi trabajo, a ver si te pasas algún día, vale?
La niña asintió con la cabeza y se despidió del joven agitando la mano mientras él se alejaba.
Era un ser hermoso. Era el joven más apuesto que ella hubiese visto jamás. Y ese traje de marinero, ¿Que si era mono? ¡Por dios! ¡Vaya pregunta!
Magda se quedó toda la tarde mirando las nubes, y de vez en cuando miraba de reojo hacia la tienda, y cuando el cielo se tornaba de un color rosado como el algodón de azúcar, se fue a casa y soñó toda la noche con el joven apuesto.
Magda tiene tanta suerte de disfrutar una tarde y mirar como se mezcla el blanco algodon, con los ultimos rayos formando un melancolico y rosado atardecer :ñ, es lindo mirar a magda desde mi trabajo, envidio su buen gusto por la tibia soledad.
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